De Certezas y Razones
“Todo lo
contrario a la verdad es igualmente cierto”
(Hermann Hesse, en Siddartha, 1922)
El
presente artículo se abocará al análisis del pensamiento político de Alfredo
Leuco. Sus escritos periodísticos serán
el material sobre el que se edificará nuestra discusión, que desnudará el
carácter reduccionista e intencional así como el simplismo con el que lindan
las posturas asumidas, o no, por el
analista. Aproximación primaria, sin dejar de ser, por ello, meritoria. Comencemos.
La unicidad de los cursos de acción posibles o el
respeto por el metrónomo
El
aprendiz musical, en las instancias de ejecución de una obra, suele dar uso a
un instrumento que recibe el nombre de metrónomo. El mismo, luego de ser
programado, marca el pulso constante que debe ser respetado irrestrictamente
por el músico, si es que éste desea interpretar con corrección la obra. Es lo
que la jerga musical nomina como “tocar a tiempo”. El tiempo es uno/único y
quien lo altere habrá caído en la falta
del desajuste, en la transgresión de lo programado. Pensando en esta figura
es que podemos abrir nuestra indagación sobre los planteos del analista que nos
convoca. Una mirada de cerca advertirá sobre los modos del vínculo entre lo
temporal y lo Real que alimenta Leuco.
En
el escrito “Errores y límites” se detallan una serie de acontecimientos en el
tiempo que, desde el punto de vista del autor, constituirían atisbos del deber
ser y hacer de la política. Una óptica certera y correcta, descubriría en ellos
su productividad para saber tomar el mejor curso de acción política posible
que, claro está, el gobierno, ininteligente y caprichosamente, ha ignorado por
completo. El analista, proclama:
“El gran
problema de Cristina es que necesita tomar por el único camino que se niega a
tomar, el del sentido común. […] A esta altura del desplome de la presidenta es
difícil encontrarle sólo una razón ideológica. No hay peor sordo que el que no
quiere oír. […] La negación de la realidad produce ceguera.”
Parece
que el simple devenir del tiempo conduce a determinadas producciones de lo Real,
posibles de ser racionalmente detectadas y apropiadas para configurar el movimiento
correcto de la acción política de Cristina Fernández. Postura ruidosa que
brilla por soberbias pretensiones de objetividad. Yo, intelectual iluminado,
gozo de la idoneidad para advertir el sendero necesario de la política. Los
“errores y límites” que Leuco reconoce dan cuenta de una concepción encorsetada
de la política, que se observa, por ejemplo, en el llamado y glorificación del
sentido común. Esta apelación es el recurso del que el analista dispone para
sostener un velo que oculta la eternidad del conflicto, la oclusión de su
inevitable y permanente aparición. Esta concepción de lo político como, en
palabras de Badiou, la unión, el lazo o la relación, es lo que permite a Leuco
sostener una performatividad de la política dentro de ciertos márgenes,
aprehensibles y detectables sin mayúsculos obstáculos.
Volviendo a los tiempos, o al tiempo
“Tomemos
el ejemplo de Brasil” y expresiones de un símil estilo deambulan de modo
cotidiano por los medios de comunicación. Las experiencias políticas y
económicas de algunos vecinos latinoamericanos suelen constituirse en los puntos de
referencia y en las depositarias del halago de variadas voces de la política
nacional. Nuestro analista no escapa a ello:
“Es una mentira
histórica que no se puedan quebrar los privilegios, igualar posibilidades y repartir
el poder sin apelar a la mano dura o a pisotear la legalidad. O a reemplazar
las viejas oligarquías por las propias, como la boliburguesía o los amigopolios
K. Lagos-Bachelet; Lula-Dilma y Tabaré Vázquez-Mujica demuestran que es
posible. Muchos de sus indicadores sociales son superiores a los de Argentina y
Venezuela, que comparten el podio de la mayor inflación mundial. No son
traidores ni tibios. Construyen poder popular y democrático y consolidan
grandes avances para los más necesitados, pero lo hacen con la legalidad y la
profundidad necesarias para que no se pueda volver atrás. No fomentan jurásicos
cultos a la personalidad ni venganzas ni fracturan las sociedades. No van por
todo porque saben que después todo eso quedará en la nada. Van por más justicia
social y más libertad.”
A
través de un complejo recurso de metodología comparada, sintetizado en el
espacio de un párrafo, Leuco logra encontrar manifestaciones de lo Real que
evidencian un elemento racional del tiempo. Quienes han sabido hacer lo que
había que hacer se hacen como los hacedores de la historia. ¿El tiempo
evoluciona?
A
lo largo de los artículos del analista se observan disímiles delimitaciones
temporales del análisis, cada una con una intencionalidad particular que
obedece a los fines de la argumentación específica de cada producción
periodística. En “Errores y límites” se registra una delimitación a partir del
año 2008, operación que habilita a una crítica de las prácticas políticas del
gobierno, partiendo del acontecimiento del conflicto con el campo. ¿Sólo a
partir de esa instancia particular se pueden descubrir elementos que ayuden a
interpretar la época que asistimos? En el artículo “Morenizar y chavizar”, el
análisis acude al registro, a nivel global, de experiencias históricas
“fallidas” de la izquierda con el fin de expresar la caducidad de ciertos
planteos que oponen la equidad a la libertad y que Leuco observa, todavía latentes,
en la racionalidad político-operativa del gobierno. ¿La resolución de esta
tensión inherente a gran parte del pensamiento puede encontrarse en
determinadas manifestaciones del presente? Otra delimitación temporal del
análisis se observa en “La gravedad de la ley”, donde, partiendo de la
recuperación democrática, se concibe al proyecto oficial de “democratización de
la justicia” como el ataque más feroz que haya habido alguna vez contra el
sistema democrático. ¿Es la división de poderes la sustancia de la democracia?
Lo acabado del ser
La
anterior pregunta por la democracia nos conduce, casi naturalmente, al
tratamiento de esta categoría en el pensamiento de Leuco. Su aparición,
implícita o explícita, pero siempre repetida en el conjunto de los artículos arbitrariamente
escogidos, la eleva como unidad analítica privilegiada que vertebra la mayoría
de sus producciones.
En
“Morenizar y chavizar” el analista abre una propuesta que logra convocar,
efímeramente, mi inocente ilusión:
“Lo que debe
refundarse son los instrumentos para analizar lo que pasa”
Expectativa,
la mía, que al encuentro con el párrafo siguiente, se evapora por los aires. En
efecto, pese a la anterior declaración de imperativos e intenciones, Leuco,
lejos de despertar un interrogante sobre lo que constituye la democracia,
procede a una enumeración de ciertos elementos que deberían ser encontrados en
una democracia real:
“No puede ser
progresista quien ni siquiera cumple con los mínimos requisitos democráticos.
Alguien que amenaza, extorsiona, prohíbe y lo hace solo con el poder que le
delega Cristina, y sin ninguna ley ni papel a la vista, rompe las reglas de
funcionamiento de cualquier sociedad civilizada. Los autoritarismos no son de
izquierda ni de derecha.”
Si
bien el analista no define de modo explícito su idea de democracia, se pueden
entrever concepciones que, en diálogo con postulaciones y preocupaciones en
otros artículos, dan cuenta de lo que entiende por esta unidad analítica. De
este modo, la libertad individual, el respeto a la legalidad, la división de
poderes, el pluralismo, se articulan como la esencia de todo sistema
democrático. Ser que se observa, como bien advertimos en el apartado anterior, en
otras experiencias latinoamericanas ¿Lo acabado de sus ideas ignorará la
espectralidad de sus postulados?
Entre los actores y el actor, o el poder y su
lugar
Tras
la lectura de los artículos, se vislumbra que el Poder es uno, contando con residencia en un locus
específico. Ese lugar del poder es el Estado, y más precisamente, la figura
presidencial. Se concibe al Estado como un cuerpo ordenado y coordinado, que
opera de modo articulado y uniforme, con una justa adecuación a las directrices
que emanan de la cúspide del poder ejecutivo. Lejos de sostener una distribución desigual
del poder, Leuco niega de modo absoluto la existencia de tal distribución,
asumiendo posturas que simplifican el movimiento de las complejas tramas del
poder.
Opción
teórico-metodológica con claras implicancias en el análisis. Así, los vaivenes
del análisis político conducen, de modo casi inevitable, al privilegio de
Cristina Fernández como el gran actor objeto de crítica. Cabe destacar, a su
vez, la audacia del analista para poder amalgamar voces diferentes dentro y
fuera del oficialismo y desembocarlas, de modo último, en la figura del
presidente. Más allá del reconocimiento explícito de numerosos actores, de los
más variados y que cambian nota a nota, éstos, sus prácticas y sus opiniones
aparecen en tanto presenten un valor instrumental para el análisis y la
intencionalidad específica de cada producción periodística en particular. ¿La reducción
del mapa de actores obedece a un ingenuo desconocimiento de la complejidad?
Particulares
producciones de sentido de nuestro analista que confluyen en la producción
ficcional de una pertenencia colectiva. La marcada delimitación de una
exterioridad que organiza el oficialismo promueve la constitución de un
nosotros, la aparición de un sujeto colectivo con deseos, necesidades, expectativas
y proyectos compartidos. A través de una prosa que se inscribe en pretensiones
de encarnación de la universalidad, se generan líneas de acción y oposición que
ordenan demandas en pos de su consecución.
“¿Qué va a hacer
la oposición? Intentar convencer a los diputados oficialistas que más dudan.
Industrializar los reclamos de inconstitucionalidad y rezar para que la Corte
se ponga las pilas que deberían ser recargadas por una poderosa movilización el
18A.”
Continuando
su argumentación sobre los proyectos de “democratización de la justicia”,
continúa proponiendo:
“Fundar una
suerte de Polo Democrático en defensa de la libertad que, obviamente será
acusado de ser la nueva Unión Democrática. Ellos responden: a problemas
extraordinarios, respuestas extraordinarias”
El amanecer de la duda
Ponderando
mis deseos, más que la fundación de conclusiones, me conmueven las aperturas: ¿El
ser de la política se asienta sobre una razón? , si esto es así, ¿su contenido
es una invitación al dispute por él?, siguiendo, ¿es en esta beligerancia donde
nace la potencialidad para reabrir el espacio de lo posible?
Los muros pintados del 68 nos revisitan y,
nuevamente, nos exhortan: respondamos con preguntas.
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