Como sostiene
Manuel Castells en La era de la
información, con el advenimiento de la sociedad de la información tuvo
lugar una transformación profunda de la política. Los principales factores
inductores de esta transformación son las consecuencias de las nuevas
tecnologías de información sobre el debate político y las estrategias de
búsqueda de poder. En este sentido, va a postular Castells que tanto la derecha,
como el centro y la izquierda, deben procesar sus proyectos por un medio tecnológico si quieren llegar a
la sociedad. Lo importante de esta afirmación, es que la
necesidad de un medio tecnológico induce nuevas reglas de juego que afectan a la sustancia de la política.
Estamos asistiendo a una mutación de los términos en que son entendidos
la representación política, es decir, la relación entre gobernantes y gobernados. Así
como Kircheimer evidenciaba la declinación de los formatos de los partidos de
masa, la importancia programática de los mismos y su tendencia clasista, en
esta nueva sociedad de la información nos atraviesa un nuevo carácter del lazo
representativo. Manin será claro al definir el nuevo carácter personal que asumen las relaciones de representación. En
efecto, lo que cobrará importancia en el comportamiento electoral serán las
características personales de los candidatos, hasta en sus aspectos más singulares y concretos. Manin dirá en este punto que
la confianza personal en el
candidato se vuelve un elemento central a la hora de elegirlo, volviendo de
este modo a uno de los principios de los orígenes del gobierno representativo,
a través del cual el candidato era elegido por su individualidad, por la confianza que inspiraba en el electorado.
Creo firmemente
que en Twitter se manifiestan ejemplos exponenciales de estos nuevos modos que
asume la representación. Si atendemos al número
de seguidores que registran, por un lado, los políticos más importantes, y
por el otro, sus partidos, vemos notablemente el mayor interés que suscita la
persona frente a la organización partidaria que lo sostiene. Por ejemplo,
mientras CFK registra cerca de 2.000.000, vemos que el Partido Justicialista
sólo cuenta con 4.000 seguidores. En el caso del PRO, la cuenta del partido
tiene cerca de 70.000 seguidores frente a los 535.000 de Mauricio Macri.
Por otro lado,
un segundo aspecto manifiesto en Twitter es el del carácter personal y de
confianza del lazo representativo. Así, vemos que la mayoría de los políticos
pronuncian mensajes que interpelan directamente
al individuo particular, pudiendo éste responder al mensaje. Por ejemplo, un Twitt de Rodriguez Larreta preguntando ¿qué pensás del dólar? O Macri, preguntando si ya usaste las bicisendas y las bicicletas de la ciudad. De
este modo, se simula una supuesta relación de cercanía con el
ciudadano. Otro hecho de los mismos caracteres fue la especie de conferencia brindada por
Rodriguez Larreta a través de Twitter respondiendo, personalmente, preguntas de
sus seguidores.
A su vez, así
como Manin mencionaba el nuevo rol de la individualidad del representante,
hasta en sus aspectos más concretos y singulares, esto también lo vemos expreso
en Twitter. Tenemos los mensajes de la presidenta hablando y mostrando fotos
sobre sus perros, tenemos a Macri diciendo que va al “supermercado a hacer las
compras” y comentando que recién sale “del cine de ver una película” y opinando
que “Ramón Díaz le puso pimienta al fútbol”.
Enunciados que nos traen de vuelta a la idea de la cercanía del representante con el representado. También las
descripciones particulares que ellos esbozan en sus cuentas alimenta esta idea.
“Casado. 4 hijos. Hincha de Boca” se describe Macri. Miguel del Sel se presenta
como “Padre. Apasionado del fútbol. Midachi. Profe Educación Física. Productor
pecuario. PRO"
Otro elemento de
la red social que deseo resaltar está referido a los tipos de mensajes que expresan los dirigentes políticos. Kircheimer hablaba de la marcada desideologización, de la reducción del
bagaje ideológico de los partidos-escoba y de la concentración de la propaganda
en temas que son compartidos en principio por amplísimos sectores del
electorado, como “el desarrollo económico” o “la defensa del orden público”,
etc. A su vez, Panebianco también
destacará que los partidos que él denomina, atendiendo a su organización, profesional-electorales, en momentos de
campaña se centran en temas específicos y no en una plataforma ideológica
concreta. El máximo de 140 caracteres
de un mensaje que permite Twitter es ilustrativo al respecto. Ningún programa
ideológico puede esbozarse en un espacio tan reducido y los mensajes que
aparecen a diario no hacen más que reforzar estas ideas. Macri dice “coincidimos
en la necesidad de redoblar esfuerzos para avanzar en políticas sustentables
para mitigar los riesgos del Cambio Climático”. “Con estos dirigentes estamos
construyendo una alternativa de paz, de diálogo y de respeto, con el único
objetivo de que la gente viva mejor”.
Esto coincide con las ideas de Manuel Castells, quien afirma que en un
mundo cada vez más saturado de información, los mensajes más efectivos son los
más simples y los más ambivalentes,
los que dejan lugar a las proyecciones de la gente. En estos mensajes mencionados y en muchos
más, se ejemplifica de modo claro la crisis de la función integrativa/expresiva de los partidos políticos que
Kirchheimer menciona y que Panebianco a su vez reafirma, consistente en la
configuración y mantenimiento una
identidad colectiva a través de la ideología.
Para concluir, me gustaría rescatar los aportes que Castells realiza acerca de la
política informacional. Una característica central de la sociedad contemporánea
es que la mayor parte de nuestra experiencia diaria ocurre en contextos
crecientemente construidos por la información, difundidos por los medios e
internalizados por los individuos en una suerte de espiral que transforma cada
vez más a la realidad en signos e imágenes. La mayor parte de las actividades
triviales de la vida diaria están ahora especificadas y dependen del impacto de
las transformaciones en la esfera de la información. Esto plantea interrogantes
acerca de las potencialidades que ofrece la comunicación electrónica para
aumentar la participación política. Mi percepción acerca del Twitter no es muy
optimista al respecto. El diseño de twitter no permite una comunicación
horizontal entre ciudadanos, sino que su estructura favorece relaciones
desiguales de comunicación en las cuales el poder reside en los enunciatarios
del mensaje, actuando, de este modo, más como una herramienta vertical de
publicidad política que como un espacio abierto a la participación ciudadana.