martes, 26 de mayo de 2015

Estado, Orden, Progreso

Buenos días lectores. Hoy me trae una reflexión sobre el Estado y sus cimientos fundamentales, o, si se quiere, sus condiciones de supervivencia en el tiempo. Hace un tiempo largo, me he sentido fascinado por el libro de Oscar Oszlak, "La formación del Estado argentino". En él, lejos de entablarse un mero estudio histórico acerca de la conformación particular del Estado en la historia argentina, se logran vislumbrar algunos aspectos esenciales para pensar en la arquitectura sobre la que se erige toda formación estatal, así como para indagar en las necesidades de su intervención sobre la sociedad.

Toda existencia estatal requiere de una serie de atributos. Sin ánimos de una complejidad exhaustiva, pueden resumirse en: 1) externalización del poder (reconocimiento internacional de una unidad estatal por parte de otras); 2) internalización de la autoridad, estructurando una coerción legítima sobre la totalidad del territorio (este aspecto nos trae una reminiscencia de la clásica weberiana del "monopolio legítimo de la violencia física"); 3) diferenciación del control, lo cual se vincula con un desarrollo institucional diferenciado, con recursos, roles y funciones específicas; 4) internalización de una identidad colectiva, que se gesta a través de la emisión de símbolos que refuerzan un sentido de pertenencia y una solidaridad social.

Vale decir que estos atributos tienen evoluciones diferentes, se superponen y la mayoría de las veces exhiben grados de desarrollo disímiles entre ellos. Ahora bien: ¿por qué importa tener en cuenta estas dimensiones que intervienen en todo aparato estatal? A partir de la lectura de Oszlak, señalamos que advertir estos atributos nos conducen a un análisis certero y productivo de lo que implica el Estado y sus mecanismos de operación. La internalización de la autoridad, asentada sobre una coerción con legitimidad, se vincula íntimamente con la idea de "Orden". Este atributo resulta en un prerrequisito esencial para toda existencia estatal. A la vez, este atributo se complementa con la diferenciación del control, tercer atributo mencionado, que hace referencia a la formación de un aparato estatal que interviene de modo permanente en toda área considerada problemática (lo que en el análisis de políticas públicas recibe el nombre de "cuestión"). Si el Orden es esencial, también lo es el Progreso: la fórmula positivista nos revisita, a través de Oszlak, para señalarnos las condiciones esenciales del Estado. Primero Orden, luego Progreso. Este es un binomio indisoluble para garantizar toda existencia y desarrollo estatal.