Buenos días
lectores. Hoy me trae una reflexión sobre el Estado y sus cimientos
fundamentales, o, si se quiere, sus condiciones de supervivencia en el tiempo.
Hace un tiempo largo, me he sentido fascinado por el libro de Oscar Oszlak,
"La formación del Estado argentino". En él, lejos de entablarse un
mero estudio histórico acerca de la conformación particular del Estado en la
historia argentina, se logran vislumbrar algunos aspectos esenciales para
pensar en la arquitectura sobre la que se erige toda formación estatal, así
como para indagar en las necesidades de su intervención sobre la sociedad.
Toda existencia
estatal requiere de una serie de atributos. Sin ánimos de una complejidad
exhaustiva, pueden resumirse en: 1) externalización del poder (reconocimiento internacional
de una unidad estatal por parte de otras); 2) internalización de la autoridad,
estructurando una coerción legítima sobre la totalidad del territorio (este
aspecto nos trae una reminiscencia de la clásica weberiana del "monopolio
legítimo de la violencia física"); 3) diferenciación del control, lo cual
se vincula con un desarrollo institucional diferenciado, con recursos, roles y
funciones específicas; 4) internalización de una identidad colectiva, que se
gesta a través de la emisión de símbolos que refuerzan un sentido de
pertenencia y una solidaridad social.
Vale decir que
estos atributos tienen evoluciones diferentes, se superponen y la mayoría de
las veces exhiben grados de desarrollo disímiles entre ellos. Ahora bien: ¿por
qué importa tener en cuenta estas dimensiones que intervienen en todo aparato estatal? A partir de la lectura de Oszlak, señalamos que advertir estos
atributos nos conducen a un análisis certero y productivo de lo que implica el
Estado y sus mecanismos de operación. La internalización de la autoridad,
asentada sobre una coerción con legitimidad, se vincula íntimamente con la idea
de "Orden". Este atributo resulta en un prerrequisito esencial para
toda existencia estatal. A la vez, este atributo se complementa con la diferenciación
del control, tercer atributo mencionado, que hace referencia a la formación de
un aparato estatal que interviene de modo permanente en toda área considerada
problemática (lo que en el análisis de políticas públicas recibe el nombre de
"cuestión"). Si el Orden es esencial, también lo es el Progreso: la
fórmula positivista nos revisita, a través de Oszlak, para señalarnos las
condiciones esenciales del Estado. Primero Orden, luego Progreso. Este es un binomio indisoluble para
garantizar toda existencia y desarrollo estatal.